El parque
Victor y Diego
Hay un parque aquí en mi barrio,
que esto no es parque ni es “na”.
Con unos bancos cansados,
de ayudar a descansar
con unos viejos sentados,
que saben profetizar
y que hacen un hueco al vino,
para poder olvidar.
Hay un parque aquí en mi barrio,
que esto no es parque ni es “na”.
Con una estatua muy grande,
y aun más grande el pedestal
donde un domingo lejano
aprendimos a esperar
a aquella niña de seda,
con perfume de mama.
Hay un parque aquí, en mi barrio,
que esto no es parque ni es “na”.
Con unos árboles viejos
que no pudieron guardar
su morera ni sus nidos,
ni pudieron respirar,
que triste, vida que llevan,
los árboles de ciudad
aquí no hay pilón, ni fuentes,
ni césped que recortar, ni flores,
solo unos hombres buscando
cada día al despertar, un trabajo
entre la tinta, de la prensa matinal.
Hay un parque aquí en mi barrio,
que esto no es parque ni es “na”.
Con unos niños de polvo,
siempre el dedo en la nariz
y con los bolsillos llenos,
de pipas y regaliz
y otros que hicieron novillos,
también se juntan aquí,
a culminar su aventura,
con un cigarro de anís,
son cosas, que nos pasaron
y nos gusta, recordar,
que pasaron, en un parque..
Aunque no es parque, ni es “na”
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